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«Crear hogar» en tiempos de confinamiento

5 julio, 2021

La palabra “hogar” evoca en muchos de nosotros sensaciones singulares. Nos trae a la memoria recuerdos bellos grabados en nuestro corazón. Sensaciones únicas. Instantes indelebles. Tradiciones recibidas. Meditar en el hogar es regresar al pasado, donde éramos pequeños, adolescentes. Donde nos sentimos queridos. Recordamos esos detalles que nuestros progenitores tuvieron para con nosotros. Esa comida singular que tanto nos agradaba. Ese juguete con el que tanto soñamos. El calor de nuestra casa cuando entrábamos por la puerta en invierno. El fragancia a bizcocho recién hecho. Hogar es ese bienestar que recorre los 5 sentidos y llega directo al ánima, a la esencia de nuestro ser. Y allá continúa por siempre. En el hogar bien entendido no hay incertidumbres, menos todavía las provocadas por el coronavirus y el confinamiento. De ahí que, es el instante de crear y recrear hogar para no desaprovechar este tiempo tan particular.

Durante las últimas semanas meditaba sobre todas y cada una estas cosas y de de qué forma los últimos tiempos he aprovechado consciente y también de manera inconsciente para “crear hogar” más que jamás en mi casa. En estos tiempos de incertezas precisamos el hogar desesperadamente. Necesitamos la seguridad del cariño, de las tradiciones, de la vida sana, de la trascendencia. En un instante en el que no sabemos si mañana vamos a estar todos acá, si la semana próxima los más pequeños van a poder regresar al instituto o bien si la compañía proseguirá de pie, solo nos queda regresar a lo esencial, que es el amor. Por el hecho de que el bienestar bien entendido es amor, el hogar es amor, una vida bien vivida es amor. Frente a la inseguridad de la pandemia solo nos queda contestar con amor. Por el hecho de que “no hay miedo en el amor”.

¿De qué forma crear hogar en el cada día a lo largo del confinamiento?

Y “aterrizando” este tema, buscando modos específicos de “crear hogar” en tiempos de inseguridad, se me ha ocurrido redactar este artículo a 4 manos, las mías y las tuyas, querida lectora (o bien lector, ¡evidentemente!), donde pongamos en común, con sencillez y humildad, todo lo aprendido y practicado en los últimos meses. No es preciso decir que no se trata de competir, de envidiar, mas tampoco de sentirse mejor o bien peor por haber hecho o bien dejado de hacer ciertas cosas. Se trata de compartir. Hay días y periodos mejores, mas asimismo peores en los que hay que activar el modo perfecto “supervivencia” para proseguir adelante. Sea como sea el instante en el que te hallas, no pasa nada.

  • Lo primero que me viene a la cabeza es rebajar las expectativas que tenemos sobre nosotras y la idea de casa que deseamos tener. Personalmente, en este tiempo que hemos vivido encerrados en casa (pues señoras y señores, donde vivimos en Italia el confinamiento comenzó un mes ya antes y acabó 3 semanas después que en España, y tras el verano hemos estado confinados/en cuarentena primero una semana, después otra y después seis más hoy día) he comprendido que no puedo pretender que la casa esté como cuando está vacía a lo largo del día. Mi término de orden es compatible solo conmigo misma. Cuando otro humano entra por la puerta me lo desbarata. Conque imaginemos cuando de forma directa están todos dentro y no salen prácticamente jamás de casa. Al comienzo proseguí con mis mínimos. Después los rebajé todavía más. Y ahí prosigo, una semana tras otra dándome cuenta de que ciertas cosas son superfluas. Son reglas que no asisten a absolutamente nadie y crean mal humor. Aprendiendo qué es esencial y qué no. Por servirnos de un ejemplo, jamás había dejado pegar nada en puertas y muebles. Puesto que 8 meses después, hete aquí dónde quedó esa regla:

Dibujos en la puerta de nuestra habitación

Dibujos en la puerta de nuestra habitación, ahora asimismo oficina de papá.

 

Supuesta “estación meteorológica” en uno de los muebles del salón. Si me lo cuentan hace 6 meses no me lo creo.

 

Las emociones en otro mueble. ¡Que viva el homeschooling!

 

  • Parte del hogar, como afirmaba al comienzo, es ese fragancia a bizcocho recién hecho. Es el alimento. Alimentarse. La vida entre pucheros. Mas asimismo cocinar, compartir instantes en común en torno a los fogones. Crear hogar en la cocina a lo largo del tiempo del confinamiento ha sido un pilar esencial. Y no solo eso, nos hemos dedicado al arte de la exploración y puedo decir con alegría que hemos incorporado una cantidad enorme de nuevos platos (ciertos reconvertidos en “tradición semanal”) que ha hecho considerablemente más interesante y amena la hora de el alimento.

He acá nuestra lista de nuevos platos incorporados a nuestro menú durante estos meses al lado de otra con el recuento de objetos rotos del dos mil veinte. Entre la desesperación y el humor, creo que habéis adivinado con qué me quedo.

  • Reorganizar los espacios. Pasar más tiempo en casa significa utilizar más todos y cada uno de los espacios a predisposición, aun esos que normalmente tenían un empleo muy puntual. En nuestro caso ha supuesto transformar nuestro dormitorio asimismo en oficina, virar la mesa del salón para tener más espacio para el juego y dar espacio a cohetes espaciales en uno de los dormitorios.

Ya siento no haber puesto la otra colcha a juego que tengo para la cama de abajo, mas se lava a consecuencia de las urgencias del pis nocturno. Y ciertamente, lo que veis bajo la cama es una huevera (con huevos de patraña, eso sí).

  • Más tiempo para Dios y con modalidades nuevas. Lo cierto es que este tiempo es ideal para añadir a la rutina ciertas prácticas que a lo largo de un año normal, corriendo de un lado para otro, sería considerablemente más bastante difícil. Os planteo ciertas y ¡deseo saber las vuestras! Personalmente siempre y en todo momento estoy en busca de la mejor forma de trasmitir a los pequeños la emocionante belleza de nuestra fe . Mas se puede prosperar, ¡contadme vuestras ideas!. En nuestro caso, un día por semana rezamos dos misterios del rosario con un libro ilustrado; cada viernes de Cuaresma en el momento de comer leíamos historias de santos; ciertas noches charlamos del ángel de la guarda; por las mañanas efectuamos nuestra consagración a la Sagrada Familia y preparo a las mayores para la consagración a la Virgen María. Isis Barajas nos planteó asimismo en su último artículo efectuar el “Árbol de Jesé” en este tiempo de Adviento, o bien asimismo se puede escoger el calendario de Adviento tradicional (existen muchos por ahí, acá tenéis uno sencillísimo de la Gaceta Ademán, o podéis hacerlo mismos con vuestras ideas y actividades, como hacemos nosotros en casa).
  • Nuevas tradiciones y rutinas. Tanto el padre como la madre aportamos al nuevo hogar un legado esencial de tradiciones familiares que decidimos trasmitir a nuestros hijos. Somos siendo conscientes del valor que suponen y del porqué deseamos que no se pierdan con el tiempo. Puesto que bien, tal vez no lo habíais pensado, mas este tiempo de confinamiento es terreno fértil para crear nuevas tradiciones únicas en tu familia, y asimismo rutinas nuevas para alegrarnos los días y que contribuyan a nuestro deseo de crear “hogar”. En nuestro caso tenemos un día de película en familia, otro de pizza hecha por papá, otro de llamadas por whatsapp con amigos, pastelería en familia (engrasadas zamoranas -por favor, si no las habéis probado hacedlo, ¡son adictivas!-, meini italianos, bizcochos, magdalenas… La báscula ya está guardada en el fondo del guardarropa del baño, ya la saco si eso en dos mil veintidos), jugar en el balcón con los abrigos puestos, dar paseos por las afueras de la urbe, clases de música todas y cada una de las semanas… La lista de cosas que hemos hecho como familia por vez primera este año es inacabable. ¡Y estoy segura de que se nos van a ocurrir muchas más todavía.

Como afirmaba al comienzo, son sencillamente ideas elaboradas (aproximadamente) a lo largo de los últimos meses. Me encantaría conocer las vuestras. Estoy segura de que el confinamiento nos ha alterado a todos, nos ha modelado. No somos exactamente los mismos que hace un año. Tanto tiempo en casa va a haber sacado cosas buenas (no solo malas, ¡que asimismo) de nosotros. ¡Compartamos!

Son ideas que procuran que este tiempo no se desaproveche y quede como un “mal recuerdo” en nuestra memoria y en las vidas de nuestros hijos. Todo a su ritmo, evidentemente. Adaptándonos a día a día, a los diferentes humores (y malhumores) de la casa, las prisas, los vasos de leche vertidos, la lista de la adquisición y la suciedad amontonada en ciertos rincones que espera tiempos mejores. La única prioridad es el amor. El desorden puede aguardar, el amor no. Crear hogar es amor. Y el amor siempre y en todo momento, siempre y en todo momento, siempre y en todo momento corre prisa.

Sara Martín

Sara Martín

Vivo en Italia con mi familia. Estudié Periodismo, si bien en la actualidad mis intereses se ubican más en torno a los libros, la organización, la cocina y sobre todo… de la maternidad, que me semeja emocionante.