Cuando tu bebé se pone a plañir y no se calma, puedes estresarte si no sabes qué hacer, en especial si eres madre primeriza. Posiblemente hayas probado muchos trucos y consejos mas, si todavía no conoces el arrullo, el día de hoy deseo compartirte esta técnica que te va a ayudar a relajar a tu bebé.
Y es que de entre todas y cada una de las formas que existen, el arrullo resalta por su practicidad y eficiencia. Además de esto, esta práctica en la que se envuelve al bebé en una manta recreando la calidez y comodidad del vientre materno tiene múltiples beneficios para su salud que deseo compartir contigo.
Sigue leyendo pues te voy a explicar exactamente en qué consiste el arrullo, de qué forma elegir la manta más conveniente para hacerlo, los diferentes métodos de arrullo que hay, qué cautelas debes tomar, en qué momento puedes comenzar y en qué momento es recomendable que dejes de hacerlo.
¿Qué hallarás en esta guía?
¿Qué es el arrullo?
Se llama arrullo a la técnica consistente en arropar al bebé con una manta o bien pañuelo de forma tal que su cuerpo queda absolutamente envuelto y solo su cabeza sobresale. Se acostumbra a emplear para asistir al pequeño a conciliar el sueño o bien para sosegarlo en instantes en los que está inquieto o bien molesto.
Al nacer, el bebé pasa de un espacio limitado y seguro a un exterior extenso y lleno de estímulos que no conoce y en el que se siente desamparado. La meta del arrullo es ayudar al bebé a soportar esa transición del útero al exterior.
¿Qué beneficios tiene arrullar a un bebé?
Al simular las condiciones del vientre materno, presión y calor, el arrullo va facilitando a tu bebé la adaptación al nuevo ambiente al unísono que ofrece múltiples beneficios más como:
Alivia sus cólicos.
Regula su temperatura anatómico, algo que su organismo todavía no es capaz de hacer.
Favorece una postura que lo ayuda a conciliar el sueño de manera rápida.
Le aporta relajación y calma.
Le da sensación de protección y seguridad.
Evita que los espasmos involuntarios de brazos y piernas producidos por el reflejo del Moro*, interrumpan su reposo.
Sabías que…
Cómo arrullar: diferentes métodos de arrullo que existen
Actualmente existen 3 métodos de arrullo:
El rápido
Es el más fácil de hacer.
- Extiendes la lona y tumbas al bebé justo en el centro del cuadrado de forma que su cabeza quede fuera.
- Coges una de las esquinas superiores de la lona, la cruzas hasta el hombro opuesto y la sostienes bajo la espalda.
- Repites lo mismo con la otra esquina del pañuelo, asegurándote de que no quede lona tapándole la carita.
- La lona que queda por debajo la doblas y la metes por la parte interior a la altura de los hombros.
El australiano
Es un procedimiento más costoso mas muy práctico.
- Colocas la lona formando un rombo y doblas el rincón superior cara abajo.
- Recuestas al bebé sobre la lona de forma que sus hombros queden apoyados sobre el doblez.
- Colocas el brazo derecho del bebé recto paralelo al cuerpo y cruzas el rincón derecha hasta llegar del otro lado, donde la meteras bajo la axila izquierda bajo su cuerpo.
- Coges la punta inferior de la lona, la doblas cara arriba y la metes por la parte interior de la que has cruzado.
- Colocas el brazo izquierdo asimismo paralelo al cuerpo, cruzas el rincón izquierda de la lona cara el lado derecho y la metes bajo el cuerpo.
El manos libres
Es el más recomendado para bebés inquietos pues les ofrece mayor libertad de movimientos.
El procedimiento es casi igual al australiano con la única diferencia de que ya antes de hacer las dobleces laterales, los brazos no se dejan rectos paralelos al cuerpo sino se doblan a la altura del pecho del bebé a fin de que las manos queden cerca de su cara.
Qué género de arrullo escoger
La manta o bien pañuelo que elijas como arrullo ha de ser cuadrado y medir entre 1 y uno con dos metros de lado.
Tiene que ser de un tejido suave y delicado con la piel del recién nacido, debe poderse ajustar bien y asimismo producir calor sin llegar a ser estresante para tu bebé.
En verano es mejor seleccionar lonas finas como las muselinas, a fin de que no aporten demasiado calor. En invierno, en cambio, se puede decantarse por algo más abrigado. Es conveniente decantarse por composiciones de algodón, dralón (fibra cien% acrílica, con un tejido afín al del hilo de algodón) o bien bambú, todos hipoalergénicos y respetuosos con la piel del bebé.
Precauciones: en qué momento no arrullar a un bebé
Aunque se trata de una práctica muy ventajosa para tu pequeño, el arrullo tiene ciertas contraindicaciones y es indispensable tomar ciertas cautelas al realizarlo.
Debes saber que:
El arrullo no debe quedar demasiado apretado ni se deben usar lonas que produzcan excesivo calor para evitar el sobrecalentamiento.
El bebé debe poder mover las piernas para de esta forma eludir que desarrolle una displasia de cadera. Y si ya sufre esta nosología, está desaconsejado el arrullo, puesto que la puede agudizar. En un caso así, debes consultarlo con el pediatra.
Para reducir el peligro de muerte súbita, el bebé siempre y en todo momento debe acostarse boca arriba. Y es preciso asimismo prestar atención de que el arrullo no le tape la cara en ningún instante.
Por exactamente el mismo motivo que el punto precedente, el arrullo solo se aconseja en instantes puntuales y no se recomienda emplearlo por periodos muy prolongados, como a lo largo del sueño nocturno. Al fomentar un sueño más profundo, puede hacer que al bebé le cueste más despertarse.
No se debe arrullar al bebé si tiene fiebre.
Si el pequeño no se halla cómodo con el arrullo, es preferible no hacerlo. A ciertos pequeños no les agrada estar arrullados y forzarlo les provoca mayor ansiedad y molestia.
Cuándo dejar de hacerlo
Como hemos dicho, el arrullo se puede comenzar a emplear desde el nacimiento para sosegar al bebé cuando llora o bien para asistirlo a dormir mejor, puesto que recordarle su estado en el vientre materno le da calma.
Sin embargo, desde el segundo mes de vida, debe comenzar a reducirse su empleo pues el pequeño comienza a precisar mayor libertad de movimiento. Al lograr los 3 meses, muchos bebés se sienten incómodos en el arrullo.
Se debe dejar claramente de arrullar al bebé cuando aprende a darse vuelta solo o bien cuando empieza a moverse más para eludir que quede boca abajo o bien que, con el movimiento, la lona le cubra la cara.
Conclusión
Nuestro bebé termina de llegar al planeta, precisa amoldarse a él y esto, por instantes, le provoca incomodidad. Los progenitores sabemos lo inquietante que es ver al bebé plañir y no lograr sosegarlo.
La calma que le aporta el arrullo es, indudablemente, un buen motivo para practicar esta técnica. Mas no el único, puesto que con este procedimiento asimismo se logra asistir al bebé a regular su temperatura anatómico y aliviar sus cólicos.
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Actualizado en el primer mes del verano 2021