Alejandro y Dore se conocieron en el año dos mil dieciocho viendo un concurso hípico; desde ese momento no se volvieron a separar. Se casaron en la ermita de Aravaca y después lo festejaron en casa de Mónico.
Para su gran día, Alejandra lució vestido de la diseñadora Claudia Llagostera, pendientes Suárez, sandalias Aquazzura, su bello anillo de pedida y una joya familiar como tocado. Su ramo lo firmaba Aquilea Flores y se componía de 5 rosas, que entonces repartió entre las mujeres más esenciales de su vida: sus abuelas, su madre, su suegra y su testigo y mejor amiga. Gema Ledesma se ocupó del maquilla de la novia.
Para la organización de su boda, contaron con las wedding planner de A-Habitual. Instantánea y Toma Primera se ocupó de las fotografías y Diego Gil Casares de la música a lo largo de la celebración.
