En ocasiones, el empleo de determinados fármacos puede devenir en trastornos secundarios que se manifiestan transcurrido el tiempo. Es el caso de la Acatisia, que es un trastorno de difícil control para quienes lo sufren. ¿Habéis escuchado charlar de esta afección? No es una palabra de empleo usual y de ahí que que el día de hoy nos adentramos en los pormenores de este trastorno que altera la vida de niños y adultos.
Hablamos entonces de la Acatisia, una condición que aunque deja llevar la vida adelante no está exenta de inconvenientes. Lo mejor es que una modificación en el empleo de los fármacos puede calmar los síntomas.
Qué es la Acatisia
La acatisia es un trastorno que provoca una sensación de inquietud y tensión interna que lleva a la necesidad de moverse. Debido a la naturaleza de sus síntomas, es fácil confundirla con la ansiedad o con algún género de inquietud regular. Esto ha llevado a que descubrir su especificidad ha tomado tiempo. Lo que lleva a llamar la atención de que existe algún inconveniente de fondo es que los movimientos son diferentes.
Los pacientes con acatisia tienen la emergencia de efectuar movimientos que no pueden supervisar y son de de dificultad variable. Pueden ser realmente repetitivos, como es el caso de la necesidad de balancear el leño, pasear en exactamente el mismo sitio una y otra vez, pegar los dedos sobre alguna superficie o bien cruzarse de piernas una y otra vez. La acatisia puede incluir la necesidad de efectuar ruidos o bien quejidos incontrolables con lo que además de ser un trastorno psicomotriz deviene en un inconveniente social habitualmente.
Otro de los aspectos de la Acatisia es que es posible dividir el trastorno en 2 aspectos: el subjetivo y la meta. Por una parte, está la necesidad subjetiva de efectuar los movimientos, expresada en un sentimiento de intranquilidad interna. Esto es, un malestar vinculado a los pies y piernas y la aparición del deseo de moverse y la sensación de incapacidad de continuar quieto. Por el otro, está el componente más objetivo, esto es el trastorno motriz en sí, que lleva a los movimientos involuntarios, movimientos sin ningún sentido o bien propósito. Así sea dar golpes en el suelo, desplazar las piernas o bien cruzarlas, dar vueltas en círculos y demás.
Origen de la Acatisia
Aún existen muchos interrogantes en relación a qué es la Acatisia y cuál es su origen. Se sabe que es una patología fisiológica si bien existen muchas teorías que batallan por dar en la tecla. Hay estudiosos que se inclinan por que se produce por un bloqueo de la vía dopaminérgica mesocortical al tiempo que otros piensan que está implicado el sistema opioide y colinergétco. Lo que sí se sabe es que está asociada al empleo usual de fármacos. Esto es que aparece en pacientes con tratamientos con fármacos neurolépticos típicos ý atípicos, deplectores de presinápticos de monoaminas como la tetrabenazina y antidepresivos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). La Acatisia también se observa en pacientes que efectúan tratamientos para encarar la enfermedad de Parkinson.
Según se ha observado, la frecuencia y también intensidad de los síntomas de la Acatisia está en angosta relación con la dosis y potencia de los fármacos usados para tratar la enfermedad de origen. En el caso de pacientes que efectúan un tratamiento con neurolépticos, la aparición del trastorno puede ser mayor de una tercera parte.
Tratamiento de la Acatisia
Más allá de la incomodidad de quienes sufren de Acatisia, la buena nueva es que es posible aliviar los síntomas reduciendo la dosis del fármaco que da origen al trastorno. O suspendiéndolo caso de que resulte posible. En este sentido, habrá que efectuar un análisis completo para así poder conseguir el equilibrio preciso a fin de que el paciente pueda reducir o bien quitar los síntomas sin de ahí que percibir lo que precisa para tratar la enfermedad de origen.
Si el cuadro persiste aún suspendiendo los fármacos de origen, es posible tratar la Acatisia con fármacos con clonidina (agonista alfa-dos), anticolinérgicos (trihexifenidilo), benzodiazepinas, propranolol o bien amantadina.