Es bien sabido que los pequeños absorben todo cuanto viene de los adultos y lo que viven en casa a lo largo de la niñez, mas, ¿sabías que aguardar lo mejor de ellos hace consigan mejores resultados? Esto, tristemente, ocurre asimismo al contrario y es parte integrante de lo que es conocido como el efecto Pigmalión. Ahora, te explicamos detalladamente de qué se trata y de qué manera puede afectar en la educación de los hijos desde edades muy tempranas.
¿Qué es el efecto Pigmalión?
El efecto Pigmalión se descubrió a fines de la década de los sesenta merced a una investigación efectuado en la Oak School en el que se pretendía descubrir la repercusión de la actitud de los profesores en frente de los resultados escolares de los pupilos. En él, se dio información azarosa (y falsa) sobre las capacidades de diferentes conjuntos de pupilos a sus profesores para poder ver de qué manera su actitud cambiaba con ellos y, a su vez, verificando que esto afectaba a su desempeño.
Lo que probó es que cuando tratamos a una persona con la creencia de que tiene determinadas cualidades, promovemos que por último acabe por conseguirlas. Las esperanzas tienen una enorme repercusión en nosotros, y esto ocurre en especial a lo largo de la niñez, cuando somos considerablemente más frágiles.
Así puede afectar el efecto Pigmalión a lo largo de la infancia
La motivación de los progenitores y de los profesores es fundamental en la primera etapa de la vida, ya que los adultos son los referentes de los más pequeños. Conforme comprueba el efecto Pigmalión, cuando se tienen esperanzas bajísimas sobre los hijos, estos pueden fallar con mayor sencillez, y cuento se tienen grandes esperanzas se favorece el éxito en su desarrollo.
Ocurre lo mismo en el ambiente escolar, puesto que cuando los profesores dan por sentado que las capacidades de un pequeño no son elevadas lo va a tratar con esta predisposición y, por último, el pequeño lo termina absorbiendo y comportándose acorde con estas esperanzas. Es lo que se llama como “la premonición autocumplida”.
Lo ideal es aguardar lo mejor de los más pequeños a fin de que estos se sientan motivados para lograr sus metas, y no caigan en las restricciones impuestas por los adultos que los rodean. Esto tiene una implicación considerablemente más elevada de lo que de forma frecuente se piensa, y puede condicionar la conducta, los resultados académicos o las relaciones sociales.
Pautas para conseguir un efecto positivo
Para utilizar el efecto Pigmalión de forma positiva es interesante proseguir las próximas pautas:
- Crear un entorno motivador a fin de que se esmere en superarse.
- Cuidar la comunicación verbal y no verbal, ya que los ademanes asimismo son fundamentales para los pequeños.
- Prestar atención a sus inquietudes o actividades, olvidando la creencia de que “no se le da bien” para no trasmitir tus ideas preconcebidas al pequeño.
- Enfocar los alegatos en forma de consejos para lograr objetivos en vez de críticas.
- Hacer por progresar la autoestima, y trasmitir que ciertas cosas no salen a la primera, mas es posible mejorarlas.
Con estos métodos es posible guiar a los hijos de una forma saludable, sin engañar contando que lo hacen todo exageradamente bien y sin caer en lo opuesto, dañando su autoestima.