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por qué le pasa y cómo ayudarle

15 julio, 2023

El sueño inmaduro es uno de los aspectos que más nos preocupa a los padres desde que nuestros hijos son bebés. Al principio, es frecuente que los bebés tarden tiempo en cazar unos patrones de sueño similares a los de los adultos, pues el sueño es un proceso madurativo que va evolucionando poco a poco. Pero con paciencia y rutinas de sueño, el chiquillo irá adquiriendo hábitos saludables que contribuyan a su correcto refrigerio.

Ahora adecuadamente, ¿por qué a algunos niños les cuesta tanto irse a amodorrarse? ¿Qué debemos hacer los padres para ayudarle a conciliar el sueño sin enfados ni dramas?

¿Por qué le cuesta tanto irse a la cama?

Quizá tu hijo sea uno de esos niños a los que les cuesta especialmente irse a amodorrarse y siempre encuentra poco mejor que hacer. O puede que tengas un peque que hasta el momento dormía adecuadamente, pero de pronto haya comenzado mostrar su disconformidad cuando toca irse a la cama.

¿Qué puede estar pasando? ¿Por qué algunos niños evitan el momento de irse a amodorrarse?

Cuento, pis, agua, beso… cuando tu hijo da vueltas para irse a dormir (y qué puedes hacer para ayudarle)

Lo cierto es que pueden ser muchos los motivos que expliquen esta talante, pero vamos a enumerar las situaciones más frecuentes y daros algunos consejos para hacer frente a ellas.

1) Todavía no ha anochecido completamente

rutinas de sueño

En verano aumentan las horas de luz y anoche más tarde. Por eso, aunque queramos surtir con los hijos las mismas rutinas y el mismo horario de sueño que aplicamos durante el resto del año, es probable que surjan conflictos, especialmente a medida que van creciendo.

Es frecuente que los niños se opongan a irse a la cama cuando fuera todavía no ha anochecido completamente, y mucho más si escuchan ruido en las calles,  movimiento y voces.

Las rutinas de sueño son importantes y saludables, y los niños necesitan amodorrarse las horas adecuadas a su existencia. Adicionalmente, muchos peques acuden a campamentos urbanos o multiaventura que no solo implican tener que amanecer al día venidero, sino que incluso suponen cierto desgaste físico, por lo que es necesario descansar correctamente.

Por eso, debemos continuar llevando a sitio las mismas rutinas de sueño, aunque podemos flexibilizar tenuemente la hora de ir a la cama, aunque siempre asegurando su correcto refrigerio.

2) Quiere seguir jugando

sueño infantil

Tener que interrumpir el recreo para ir a la cama no es agradable, y por eso muchos niños lloran y se frustran cuando toca dejar aquello con lo que tanto se están divirtiendo para ir a amodorrarse.

Entendiendo la situación y empatizando con lo que siente el chiquillo, hablaremos con él y le explicaremos la importancia de ir a amodorrarse para estar descansado y poder seguir jugando al día venidero con más energía e imaginación.

Podemos proponerle que escoja un bártulo y se vaya a la cama con él, o explicarle que a través de los sueños incluso es posible seguir jugando y recreando escenas que quizá le sirvan de inspiración cuando se ponga de nuevo a retar.

3) Tiene miedo

miedo a la oscuridad

Quizá tu peque esté atravesando una etapa de miedo a la oscuridad, pesadillas o terrores nocturnos. O puede que haya gastado algún vídeo que le haya impactado y que unido a su pensamiento mágico le haga creer que hay monstruos bajo su cama.

En estos casos, separarse de mamá y papá para ir a amodorrarse le provoca estrés y ansiedad, y por eso evita el momento de hacerlo.

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Es importante no enfadarse con el chiquillo ni minimizar sus miedos, y atender en todo momento sus deposición emocionales. Podemos ayudarnos de medios como los cuentos, o accesorios como lamparitas quitamiedos. Pero en cualquier caso es fundamental que el chiquillo sepa que puede asistir a sus padres cuando lo necesite.

4) No tiene sueño

rutinas de sueño

Podría ocurrir que simplemente el chiquillo no quiera irse a amodorrarse porque no tiene sueño. Quizá haya sido un día especialmente divertido para él y le cueste «desconectar», o puede que haya dormido siesta por la tarde y eso le haya afectado.

A algunos niños les sucede el engendro contrario, y a pesar de tener mucho sueño no logran conciliarlo, e incluso parecen estar especialmente «activos» y llenos de energía.

Debemos procurar que el chiquillo se relaje bajando su ritmo de actividad. Por ejemplo, podemos leerle un relato, darle un frotación, escuchar música relajante, hacer ejercicios de respiración consciente…

En definitiva, se trataría de trasladar al chiquillo de un estado presente de exaltación y actividad, a un estado de calma que le permita conciliar el sueño.

5) Tiene una aprieto que no está sabiendo comunicar

sueño infantil

Quizá tu hijo tenga una determinada aprieto, preocupación o pensamiento que ocupe su mente pero no sepa transmitirte, lo que puede provocar ansiedad o inquietud que afecten al momento del sueño.

Además la exaltación o los desasosiego por poco que va a suceder (por ejemplo, irse de asueto, hacer algún plan especialmente divertido…) pueden afectar a la calidad del sueño.

Es importante conectar con nuestro hijo y tratar de investigar qué le puede estar ocurriendo, pues en muchas ocasiones, detrás de una conducta inmaduro que altera especialmente a los adultos, se esconde una aprieto física o emocional que ha de ser atendida.

Mención exclusivo merecen ciertas situaciones sensibles que podrían alterar emocionalmente al chiquillo, como la aparición de un hermanito, el fin del colecho o el paso de la cuna a la cama, por poner solo algunos ejemplos.

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6) Quiere suceder más tiempo con nosotros

sueño infantil

Muy relacionado con el punto preparatorio estaría la aprieto del chiquillo de suceder tiempo con papá y mamá, lo que le puede tolerar a evitar el momento de ir a amodorrarse.

Esta situación podría darse, por ejemplo, si nuestro peque nos ha gastado poco a lo dispendioso del día, o si a pesar de estar presentes físicamente no hemos conectado lo suficiente. Esto hará que al asistir la perplejidad y vernos más relajados o libres de actividad, nuestro hijo desee retar con nosotros o protestar nuestra atención de múltiples maneras, en oportunidad de irse a la cama.

Debemos ser sinceros con nuestro hijo y explicarle los motivos por los que nos ha resultado irrealizable suceder con él/ella el tiempo que nos hubiera gustado durante el día.

Adicionalmente, y cubo que ya es hora de amodorrarse y entreambos tenemos que descansar, podemos idear juntos planes para hacer al día venidero (¡y debemos cumplirlos, así que no prometamos ausencia si no vamos a ser capaces de llevarlo a sitio!).

Para zanjar el día logrando esa conexión que nuestro hijo echa en desidia, podemos contarle un relato de forma consciente, cantarle una canción, darle un frotación, tumbarnos a su flanco hasta que se duerma…

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Otras cosas que puedes hacer para ayudar a tu hijo a conciliar el sueño

Adicionalmente de todo lo mencionado, hay otras cosas que puedes hacer para ayudar a tu hijo a afrontar de forma positiva el momento de ir a la cama:

– Asegúrate de que el chiquillo no juega ni utiliza pantallas ayer de amodorrarse.

– Propiciar el adiestramiento físico durante la tarde, desde retar en el parque, hasta bañarse en la piscina o hacer algún deporte. Las actividades al aerofagia huido mejoran la concentración, la lozanía cardiovascular y la respiratoria, encima de relajar a los niños y propiciar su refrigerio noctívago.

– Cenar de forma nutritiva pero ligera, e intentar no llevarles a la cama con el estómago satisfecho.

– Desmontar las persianas para evitar que la luz extranjero les impida conciliar el sueño o les despierte demasiado pronto.

– La habitación debe encontrarse a una temperatura de entre 20-22 grados de media. En ocasiones, y dependiendo de la orientación que tenga el dormitorio esto se consigue simplemente bajando las persianas para evitar que el sol entre durante el día. Pero si esta medida no fuera posible, se puede refrescar el condición utilizando aerofagia acondicionado que debéis apagar cuando los peques se vayan a la cama.

– A pesar de estar de asueto, debemos procurar surtir unas rutinas de sueño coherentes y adecuadas a la existencia del chiquillo, aunque es posible flexibilizarlas según la situación.