
La historia de las colas de los vestidos de novia
Existe una epígrafe sobre las colas en los vestidos de novia. Dicen que la años media muchas novias eran raptadas para que se casasen y la función de la posaderas era borrar sus huellas.
Pero allá de este mito medieval, durante la era victoriana en cambio, transigir un vestido con posaderas era un símbolo de poder y de status.
Se llegó a opinar que los metros de tela de la posaderas eran proporcionales al fracción de majestuosidad de la boda.
Adicionalmente, cuanto más importante fuera la boda, mejor debía ser el tipo de tejido que se utilizase así como los adornos. Un vestido de novia con una posaderas kilometríca de encaje por ejemplo era un claro ejemplo de una boda cuasi-real o de clase incorporación. Si encima, llevaba bordada pedrería, se entendía que se trataba de una novia importante.
Existen igualmente supersticiones o costumbres que atribuyen a las damitas y pajes que acompañan a la novia y en algunos casos sujetan la posaderas, un poder de protección para el himeneo, fertilidad y buena fortuna.
Las novias del siglo XXI no han desidioso las colas
Desde que estrenamos la plazo de los 2000, las colas se han mantenido en los vestidos de novios. Los primeros vestidos que rompieron con los cánones tradicionales del siglo pasado, eran de tejidos sutiles y vaporosos, las colas eran ligeras.
A posteriori, pasaron una época más proporcionadamente discreta, pasaron más o menos desapercibidas pero no llegaron a irse. Las sobrefaldas fueron las «nuevas colas» y los abrigos infinitos tomaron el poder.
Miguel Crespí el rey de los vestidos de novia con posaderas
Siempre he pensado que un buen diseñador de novia sabe persistir las colas a lo extenso de cada temporada y concorde con las tendencias. Es por ello, que admiro a mi amigo el diseñador Miguel Crespí que las colas son parte de su sello de identidad. Además, es uno de los puntos fuertes del diseñador, cada detalle de cada uno de sus trajes. Siempre cuenta con encajes especiales, bordados con historia y tejidos con nigromancia.
El diseña para novias que quieren transigir un traje distinto que sólo puedes transigir en tu gran día. Y creo que es muy importante persistir la nigromancia de los vestidos de novia, cómo trajes que deben ser joyas.
Otra de las cosas que me gusta de Miguel Crespí, es que consigue combinar el diseño con la comodidad.
Vestidos con los que te sientes fabulosa con el tejido sobre tu piel y te permiten zapatear, reírte y hasta saltar.
Para poder transigir un vestido de novia con la espalda abierta, es fundamental enfundarte en un buen body como los de corsetería Lupe, que para mi, son los mejores del mercado.
La diadema de flores super delicada era de Mimoki, el maquillaje y la peluquería de María Sandoval, las fotos de Esif Fotografía y la circunscripción fue la Casona de Cubas de Casseroles Catering.