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¿Por qué tanta prisa? Deja que tu hijo conquiste cada logro a su correcto tiempo

24 septiembre, 2023

Con mi primer hijo cometí el tremendo error de desear que creciera demasiado pronto. Estaba tan emocionada con mi nuevo papel de principio, que ansiaba que el tiempo pasara rápido para ir descubriendo nuevas etapas y experiencias pegado a él.

Así, cuando aún lactaba soñaba con el inicio de la comestibles complementaria, cuando gateaba ansiaba que comenzara a caminar, y cuando emitía sus primeros balbuceos no podía dejar de imaginar cómo sería el momento en que dijera ‘mamá’ por primera vez.

Pero cuando cumplió los tres abriles, poco en mí cambió. Fue como una sopapo de verdad que me hizo darme cuenta de que su etapa de bebé había fracasado y yo me la había pasado más preocupada por conseguir que alcanzara nuevos hitos cada vez, que por disfrutar de los momentos que me regalaba.

Una advertencia personal

Cuando echo la clarividencia antes y pienso en aquellos primeros meses como principio primeriza, no puedo evitar apreciar cierta nostalgia por lo tremendamente rápido que viví aquella etapa. No en vano, si pudiera retornar al pasado tengo claro lo que le diría a aquella principio pollo, inexperta y deseosa de comportarse experiencias futuras en extensión de disfrutar de su presente.

Pero es que era tan atinado con mi bebé y había deseado durante tanto tiempo convertirme en principio, que cuando por fin
cumplí mi sueño tuve la privación de comportarse a marchas forzadas todas aquellas escenas y momentos que mi mente había recreado una y otra vez.

«Disfruta mucho a tu bebé, que el tiempo vuela», me decía con hallazgo la clan. ¡Qué razón tenían, pero qué tarde lo descubrí!

"¿En qué momento creciste tanto, bebé?"

Por fortuna, la vida me ha entregado una segunda y tercera oportunidad que he disfrutado conscientemente, con todos mis sentidos y sin mirar el temporalizador. Una segunda y tercera maternidad en las que no he buscado ‘hartar etapas’ demasiado rápido, y en las que la paciencia, la observación y el dejar fluir han sido mis principales mantras.

Cada bebé conquista los logros a su correcto tiempo

bebé

Estimular a un bebé es bueno -siempre que se haga de forma respetuosa-, pero hemos de tener cuidado y no volcar en nuestros hijos las prisas por instruirse, transformarse y conquistar nuevos logros. Es fundamental dejarles espacio para disfrutar de su crecimiento, sin presiones ni objetivos elevados.

Mi hija ya no es un bebé y tengo mil sentimientos encontrados

En este sentido, un bebé que crece en un entorno amoroso, con padres que le proporcionan seguridad y cariño, y con una estímulo positiva y adecuada, alcanzará todos los hitos de modo natural y respetuosa, sin privación de tener que «enseñarle» a hacerlo.

Por contra, un bebé que crece sin estímulos, sin contacto materno o desatendido, no crea las conexiones neuronales necesarias para un correcto explicación, y esto le afectará durante toda su vida. Porque es en estos primeros abriles cuando las sinapsis o conexiones entre las células nerviosas superan de prolongado las de un adulto.

Esto significa que el apego seguro cobra un extensión primordial en los primeros meses y abriles del bebé: esa reto por la confianza, la creación de unos vínculos seguros y estables con nuestros niños, puede que no les ayude a caminar antiguamente, pero hará que su explicación social y emocional sean mejores.

A medida que nuestros hijos van creciendo incluso es habitual pensar en que si no los estimulamos correctamente ni les ofrecemos todo tipo de actividades y extraescolares, se aburrirán, sus notas serán más bajas o no lograrán tener un buen futuro gremial. Por eso, es hacedero caer es una sobreestimulación que les finta momentos de ocio y disfrute, cuando lo positivamente importante en los primeros abriles de vida es el maniobra autónomo como fuente inagotable de educación.

En definitiva, el maniobra autónomo, el respeto a los tiempos y el crecer en un entorno satisfecho de bienquerencia y atenciones hará que el bebé se desarrolle correctamente y magnitud hitos según su propio ritmo, y sin la privación de tener que acelerar el tiempo.

Todo llega, y por propia experiencia te digo que eso de comportarse demasiado deprisa acaba pasando relación a prolongado plazo, cuando echas la clarividencia antes y te preguntas: «¿en qué momento creciste tanto, bebé?»